Si el mar pudiera hablarnos, hoy nos diría gracias.
El jueves lo dedicamos por completo a conocer, respetar y disfrutar la posidonia oceánica, ese bosque submarino que sostiene buena parte de la vida marina del Mediterráneo… y que a menudo pasa desapercibido.
Pero no hoy. Hoy, le pusimos nombre, rostro y cuerpo.
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🛶 Travesía guiada remando sobre posidonia








A primera hora, nos subimos a los kayaks y comenzamos una travesía única: remar sobre las praderas de posidonia, guiados por monitores ambientales que nos iban explicando, en plena ruta, todo lo que sucede bajo nuestras palas.
Desde la superficie, pudimos ver cómo la posidonia forma manchas densas de un verde intenso, como si el fondo estuviera cubierto de selva marina. Nos detuvimos en varios puntos clave para hablar de su papel fundamental en la oxigenación del agua, en la protección de la costa frente a temporales y como refugio para cientos de especies.
Una travesía en silencio, sin prisas, con tiempo para escuchar, preguntar y observar.
Remamos, sí. Pero también aprendimos a mirar.
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🤿 Snorkel en zonas de alta biodiversidad








Después de reponer fuerzas, llegó el momento de sumergirnos de verdad en las praderas.
Equipados con gafas y tubo, y siempre acompañados por guías especializados, nos adentramos en una zona de gran biodiversidad. Desde los primeros metros, descubrimos que las praderas de posidonia no son un simple “fondo verde”, sino auténticos mundos vivos en miniatura.
🐟 Vimos bancos de peces que se ocultaban entre las hojas.
🦀 Cangrejos, pequeños moluscos, incluso sepias camufladas.
🌿 Y lo más importante: entendimos cómo la posidonia sostiene ese ecosistema, cómo sus raíces estabilizan el fondo y cómo su crecimiento lento es a la vez frágil y esencial.
Una experiencia que nos enseñó a mirar con respeto, flotar con cuidado y valorar lo invisible.